Desde siempre, los chinos han comprendido que todos y cada uno de los aspectos de la vida diaria están regidos por una naturaleza bipolar, por dos fuerzas aparentemente opuestas y complementarias que se encuentran en todas las cosas.
La teoría de Yin y Yang indica que todas las cosas en la naturaleza poseen dos lados contrarios pero complementarios. Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria si se la mira desde otro punto de vista.
La teoría de Yin y Yang explica que los cinco elementos (madera, agua, fuego, tierra y metal) representan la relación fundamental de los cambios. Los cinco elementos están en perpetuo movimiento condicionando a la generación mutua e inhibición recíproca, en donde el Yin y el Yang forman un equilibrio dinámico: cuando uno aumenta, el otro disminuye. El desequilibrio no es sino algo circunstancial, ya que cuando uno crece en exceso fuerza al otro a concentrarse, lo que a la larga provoca una nueva transformación.
Hombre izquierda, mujer derecha
Los antiguos chinos decían cada cosa se podía definir por su longitud, su espesor, su delgadez, etc. Solían hacer una clasificación para todas las cosas: si eran gordas, largas, altas y estaban situadas en el lado izquierdo eran catalogadas como Yang; en cambio, las cosas pequeñas, cortas, bajas y situadas en el lado derecho eran clasificadas como Yin. Yang es firme y fuerte, y Yin es dulce y débil. En términos de temperamento, el hombre es masculino por lo que pertenece a Yang, la izquierda, mientras que la mujer es dulce y amable, pertenece a Yin, la derecha.
El Yin es lo femenino, la tierra, la luna, la noche, la sombra, la quietud, lo descendente, lo movedizo, lo frío, lo blando.
El Yang es lo masculino, el cielo, el sol, el día, la luz, la actividad, el movimiento, lo ascendente, lo caliente, lo duro.
El Yin es el reposo y el Yang el movimiento, y en interacción generan ciclos constantes de cambio en el que cada uno se convierte en otro, cuando el Yin mengua aparece el Yang y viceversa. Es una increíble interacción que genera emanaciones de energía que dan vida a todas los seres.
A diferencia del pensamiento occidental, donde los opuestos se contraponen sin ninguna relación entre ellos como si fueran dos cosas separadas, el entendimiento oriental del Yin y el Yang nos invita a percatarnos de que en la dualidad está la verdadera unidad, porque los opuestos no pueden existir el uno sin el otro.